Pláticas en el gringo

 

 

En el gringo nunca falta el comentario atinado, erudito, ácido, ridículo, inclemente, mordaz, útil, políticamente incorrecto, informativo o qué se yo qué, después de comer.

¿Por qué no dejar un registro de todos ellos?

 

2.14.2007

 

la decisión (cuento sobre el SIDA-VIH)

La Decisión

Arun Kummar no podía ocultar su nerviosismo. Sus movimientos eran inquietos, no obstante la fama de ecuanimidad que lo había identificado desde su llegada al laboratorio de la compañía, tres años atrás. Había sido citado a una entrevista con el gerente general de la General Drugs Inc. (GDI), Mr. John Fielder. Sufrió una breve espera. La guapa recepcionista le indicó que pasara a la antesala, donde lo recibió la secretaria particular, una mujer madura y de actitud severa. Nuevamente tuvo que esperar. Minutos después fue introducido a la enorme oficina del ejecutivo, quien lo recibió con una amplia sonrisa. Dentro se encontraba otro personaje que Kummar no conocía. Mr. Fielder lo presentó como James Spinburg, importante accionista de la empresa. Los invitó a tomar asiento y, tras encender un largo habano, inició diciendo:

- Estamos muy satisfechos con su trabajo y los sorprendentes logros que ha reportado con relación a sus investigaciones, Dr. Kummar. El Dr. Francis cree que su descubrimiento puede ser muy trascendente. He dado instrucciones para que reciba un bono suplementario por una suma adecuada a la calidad de su hallazgo.

- Le agradezco su amabilidad- respondió Kumar, pero...

- Supongo que el Dr. Francis ha hablado extensamente con usted- interrumpió James Spinburg. La importancia del descubrimiento exige manejarlo en forma muy discreta para evaluar su eventual divulgación.

- Sí, en efecto, el Dr. Francis me ha dicho que el proceso de registro de patente es lento- respondió Kummar.

- No estamos hablando sólo de la patente, la cual es propiedad de la compañía, de acuerdo al contrato que usted ha firmado con nosotros- aseveró Spinburg. Me inquieta saber que usted insiste en la publicación de sus estudios en alguna revista científica, y eso, está fuera de toda discusión.

Kumar percibió un tono por demás agresivo por parte del copropietario empresarial. Sin embargo no dejó de anotar que, para cualquier científico, era fundamental la publicación de sus experimentos y resultados. Insistió en que las regalías, producto de la comercialización, no era un aspecto que a él le incumbiera. No así el aspecto científico involucrado.

El gerente general intervino en forma mediadora y le indicó a Kummar que lo que se le estaba pidiendo era que esperara para dar a conocer a la comunidad científica su descubrimiento, no porque éste estuviera incompleto, pues sabía que muchas pruebas en seres humanos ya se habían realizado con resultados positivos, sino por aspectos de tipo administrativo, los cuales debían manejarse con otros criterios diferentes a como los percibiría un investigador. La paternidad de los hallazgos se le garantizaban. El asunto era sólo de tiempos. Le informó que se estaba planeando lanzar una campaña publicitaria de gran envergadura y se requería de un proceso, un tanto cuanto, tardado. Poniéndose de pié, insinuando que la plática había terminado, se despidió cordialmente de Kummar. Spinburg ni siquiera se levantó y con rápido movimiento de cabeza saludo al científico, quien salió de la sala confundido, insatisfecho, aprehensivo.

- ¿Qué se cree ése negro hindú?- gritó Spinburg cuando hubo salido Kummar. No tenías porque darle tantas explicaciones. Trabaja para nosotros y se acabó.

- Calma, James. Ponte en su lugar. Lo que ha encontrado puede significarle el Premio Nobel de Medicina. El trabajo lo hizo prácticamente solo. Puedo decirte que únicamente al final de sus estudios le dimos el apoyo adicional que requirió, como fue conseguir, llamémosle, voluntarios para sus pruebas entre condenados a cadena perpetua y vagos viciosos. Por otro lado, va a ser difícil que podamos mantener esto entre nosotros. Precisamente los voluntarios pueden soltar la lengua. No son muchos, pero están muy sanos. Es cierto que les engañamos diciéndoles que habían sido mal diagnosticados, pero temo que más de uno no lo crea. Por mi parte me encantaría dar ya una conferencia de prensa. ¿Te imaginas el prestigio que ganará nuestro laboratorio y las utilidades que recibirán los accionistas?

- ¡No entiendes nada, John!- increpó Spinburg. Por lo que veo a ti también debo controlar. Este asunto va más allá de lo que piensas. Mañana voy a entrevistarme con el Presidente, el Ministro de Defensa y otros "cacas grandes". Recuerda que soy asesor presidencial. ¿Qué tantos en el laboratorio saben de las investigaciones de Kummar?

- Casi nadie. El Dr. Francis y Kummar fueron poco comunicativos para no causar inquietud entre el personal. Tú sabes, aspectos de seguridad, miedo al contagio y esas cosas.

- ¡Pues que se mantenga así, hasta nueva orden!

La reunión se realizó a puerta cerrada y se ordenó al equipo de seguridad que se retirarán los micrófonos de las grabadoras de la sala de juntas. Tras haber confirmado la privacidad el asesor Spinburg dio inicio a la discusión.

- Señor Presidente: Cómo le he informado la General Drugs Inc. ha tenido éxito en sus investigaciones para producir una vacuna eficaz para prevenir y curar el SIDA. Hasta ahora, he logrado evitar toda publicidad al respecto. Pero esto no puedo mantenerlo por mucho tiempo. Quisiera recibir por parte suya los lineamientos que considere adecuados.

- En efecto, James- dijo el mandatario. Al momento de saberlo entré en contacto con el Ministro del Interior, el Ministro de Defensa y el Director en Jefe de Inteligencia, aquí presentes. Por sus sugerencias entendí que este asunto va más allá de la simple salud pública. Quisiera que el director Darling haga una síntesis de los aspectos involucrados. John, te escuchamos.

El funcionario se incorporó y se dirigió a un retroproyector computarizado. La primera imagen era un gráfico año vs. población donde la línea se comportaba casi en forma logarítmica: año 1700- 500 millones de habitantes; 1900- 1,600 millones; 1970- 3,600 millones; 2000- 6,000 millones; año 2040- 7,400 millones o 9,500 millones de seres humanos, según los escenarios considerados, con control natal universal o sin él. Usando pocas palabras procedió a mostrar otros datos estadísticos y proyecciones a mediano plazo sobre el decremento proporcional de la población económicamente activa, ante la automatización en la producción de bienes y servicios, y el índice de desarrollo humano bajo la óptica del consumo. Hizo hincapié en la distribución regional tanto de población como de consumidores potenciales. La simple descripción gráfica del consumo energético per capita, la caída drástica de los recursos bióticos y de las alteraciones climáticas del planeta provocaron entre los presentes movimientos corporales que denotaban nerviosismo e, incluso, enojo. Tras explicar que, previamente, se habían tenido contactos personales, cedió la palabra al Ministro de Defensa.

El corpulento militar agradeció la invitación y, en forma enérgica, recordó los planes de contingencia ante la presión demográfica, en especial la migratoria, proveniente del Sur y del Pacífico Asiático. Se explayó en la capacidad destructiva de sus arsenales y de la sofisticación del armamento que mantendría indemnes a sus tropas y pilotos. Evidentemente, para los demás interlocutores el discurso del uniformado estaba fuera de contexto y denotaba poca comprensión sobre el tópico tratado. El presidente carraspeó, tanto para detener la desafortunada participación como para censurar diplomáticamente a su asesor quien levantó levemente los hombros a manera de disculpa.

- Permítame, Señor Presidente, dar mi punto de vista- dijo sin moverse de su cómodo sillón el Ministro del Interior. La economía nacional y mundial está entrando en una situación sin precedentes. La producción y productividad siguen creciendo pero el número de desempleados también. Las políticas enmarcadas en la "obsolescencia programada" han sido rebasadas al disminuir los posibles consumidores en los países periféricos. Inclusive dentro de las naciones industrializadas comienza a decaer el nivel de consumo, a pesar que el 80% de nuestras poblaciones están consumiendo más que nunca, tanto en cantidad como en calidad. El trabajo maquilador externo ha presionado negativamente a muchos de nuestros jóvenes que no encuentran la remuneración o empleo de acuerdo a sus expectativas; la vagancia está convirtiéndose en una plaga urbana. Los sistemas computarizados han desplazado a infinidad de personas con preparación escolar superior o media. Los habitantes del Sur están aún peor. He recibido informes de conciudadanos que habitan allá bastante preocupantes. Como analogía, podría decirle que, así como nosotros levantamos verdaderos fosos en nuestras fronteras para evitar la entrada de ilegales, allá el aislamiento es de barrio a barrio, de calle a calle. La fuerza de trabajo de reserva ya no tiene caso o razón de ser; la mayoría no cuenta con recursos para consumir nuestras exportaciones; los saqueos de tiendas departamentales son cosa de todos los días. Como sucede en nuestro país, las compras se hacen vía internet y hasta los taxistas tiene problemas para conseguir pasaje. Todo ello produce una marejada de inmigrantes que debemos detener por métodos cada vez más violentos, lo que daña nuestra imagen democrática y humanitaria. Cómo usted sabe lo mismo está sucediendo en el resto del mundo desarrollado.

- Así es, Sr. Ministro- dijo el presidente, y hemos actuado en concordancia. Ahora tenemos a 500,000 soldados y Guardias Nacionales en las costas y franjas fronterizas. Los que llegan por mar han representado un mayor costo, pero estamos implementando mejores métodos de detección. Pero continúe, por favor.

- Recordará que en los últimos años hemos fomentado, como decirlo, "guerras civiles monitoreadas" y enfrentamientos internacionales "bajo control" para encontrar salida a nuestro excedente de armas convencionales y abatir el aumento poblacional, pero esto no ha funcionado con la adecuada efectividad. Nos siguen viendo como policías mundiales y nuestras intervenciones ocasionan problemas con la opinión pública, que si bien controlamos, no es sencillo emitir un discurso y actuar contrario a él todo el tiempo. El costo político es demasiado elevado. Los cibernautas son cada vez más ingeniosos y no hemos podido silenciarlos. En el único aspecto que hemos tenido respaldo ha sido cuando eliminamos gente que ataca ciertas áreas ecológicas protegidas; pero esto es poco significativo.

- Concluya, Sr. Ministro. Estoy seguro que tiene algo concreto.

- Sí, señor. Tanto Mr. Spinburg como yo consideramos que éste descubrimiento se ha convertido en la salvación de nuestro sistema y de la humanidad entera. Si la gente muere por una bala o por hambre pueden encontrar o inventar un culpable. Si es por muerte natural es la acción de la misma Naturaleza: no hay a quien culpar. En nuestros días todo el mundo sabe del incremento exponencial de seropositivos y que la enfermedad no tiene cura. Inclusive hay muchas corrientes que consideran la enfermedad como un castigo de Dios a los pecadores. En síntesis, guardemos la vacuna como un secreto como primer paso; segundo, vacunemos a quienes consideremos convenientes, sin que ellos lo sepan; tercero, fomentemos lo que ya hacen los medios de comunicación masivo.

- ¿A que se refiere?- preguntó el general.

- Exacerbar la sexualidad, inundar con pornografía, incitar a la promiscuidad, hacer del sexo una mercancía, un fetiche. Aquellos que cuenten con recursos para preservativos tendrán un poco de más posibilidades. Que los sistemas de salud públicos se deslinden del suministro de condones por considerarlos un gasto superfluo e inconveniente para el erario público.

- Me inquieta su propuesta- dijo el Presidente. Es demasiado drástica, deshumanizada, anticristiana.

- Señor, dígame, por favor. ¿Qué es preferible? ¿Masacrar al 80% de la población mundial en guerras que pueden irse fuera de control, dejar que mueran de hambre miles de millones, permitir que la gente acabe con los raquíticos recursos bióticos que aún quedan? ¿O debemos acaso esperar pacientemente a que estalle una revuelta mundial y continuar viviendo en "zonas restrigidas" urbanas y nacionales? Los aquí presentes sugerimos que a los prescindibles hay que ayudarlos a bien morir.

- Pero, Señor Ministro- apuntó el Presidente. ¿Cómo vamos a poder mantener en secreto éste tétrico proyecto?

- Si se pudo mantener en secreto el "Proyecto Manhattan" con cientos de miles involucrados, se puede restringir la información sobre "VAS" (Vacuna AntiSida).

- Entonces, ¿los beneficiados lo serán sin saberlo?- preguntó Spinburg.

- Sí, en su inmensa mayoría- contestó categórico el Ministro del Interior. Aunque ciertas personas muy importantes, y que aseguremos su anuencia con el plan, podrán ser informadas para así estructurar el proyecto en forma coordinada y globalizada.

El Presidente se levantó y ordenó: ¡Elabora la lista, John! Y dirigíendose amistosamente a Spinburg: Mañana te espero con mi vacuna, las de mi familia y... la otra que tú ya sabes.

Kummar se desahogó con su esposa. Si bien había recibido una suma importante por parte de la compañía, había notado una extrema frialdad por parte de su jefe, aunque jamás su relación hubiese sido completamente cordial. Lo que más le preocupaba fue el hecho de haber tenido que entregar sus bitácoras donde estaba la sustancia de sus descubrimientos. Su formación científica y dedicación le permitió conservar en un disquette el grueso de sus estudios y resultados. La esposa, mucho más desconfiada, le alertó sobre la posibilidad de ser desechado del laboratorio y no recibir el reconocimiento oficial a su descubrimiento. En éste contexto le sugirió que aprovechara la presencia en la ciudad del Secretario de la Organización Mundial de Salud (OMS) de las Naciones Unidas, el cual asistía a un congreso sobre el Mal de Chagas. Kummar se resistió en un principio pero, ante la insistencia y razonamientos de su compañera, decidió buscar una entrevista con el funcionario internacional. Por otro lado, él sentía que el tiempo que había transcurrido desde que informó a sus superiores del hallazgo hasta el momento era más que prolongado.

- Hace 6 meses pude haber enviado a Nature mi artículo y sigo sin que nadie me informe de lo que está pasando. Tienes razón, debo hacer algo- le dijo a su esposa. Además, la gente sigue contagiándose y muriendo. No entiendo este sacrificio inútil.

No le fue fácil poder tener un encuentro con el Dr. Leclerc, Secretario de la OMS. Pero, finalmente, se entrevistó con él en el hotel donde se hospedaba. En pocas palabras y mostrándole una síntesis de su trabajo logró que el funcionario no solo se interesara sino que entrara en un estado de gran ansiedad. De inmediato concertó una cita con Mr. Fielder a la cual asistió Kummar, no sin antes enfrentar en la antesala una férrea oposición por parte de su superior. La charla comenzó en forma cordial. Pero ante la actitud evasiva de Fielder y Spinburg, que también estaba en la reunión, el funcionario de la ONU tomó una posición más rígida.

- Lo que aquí se está discutiendo es la salud de millones de personas, no si un medicamento es patentable o no lo es. Nadie cuestiona los derechos que éste laboratorio tiene con respecto al medicamento. Ustedes pueden venderlo cómo y en cuánto quieran. Lo que me preocupa es cuándo. No es posible que después de casi un año, según me dice el Dr. Kummar, ni siquiera lo hayan presentado al Departamento de Salud de esta nación para obtener el permiso y licencia correspondiente.

- La política de ésta empresa es un asunto absolutamente fuera de su jurisdicción, Señor Leclerc- afirmó Spinburg. No tenemos porqué darle ningún tipo de explicación. Estoy muy arrepentido de haberle concedido esta entrevista que yo supuse era de cortesía, dada la influencia que esta corporación tiene en el ámbito farmacéutico. La presencia del Dr. Kummar, con el que hablaremos después, también es indeseable ya que su mitomanía ha ocasionado esta situación.

- Mr. Spinburg. ¿Debo acaso entender que dicha vacuna no fue descubierta por el Dr. Kummar o que dicha vacuna no existe?- preguntó Leclerc. Esto último contradice todo lo que hemos estado hablando.

- Entienda esto- explotó Spinburg. No hay poder en la Tierra que nos obligue ni a responderle ni a que actuemos en contra de nuestros intereses y planes mercantiles. Doy por terminado este desagradable encuentro. Buenas tardes.

Kummar y el diplomático abandonaron la sala. En su recorrido en automóvil hacia la casa del científico, Kummar ofreció a Leclerc que, consciente de los riesgos de tipo legal, podía conservar su disquette y hacer uso de su descubrimiento en la forma que él considerará más conveniente. Leclerc, a su vez, le hizo saber de los pasos que pretendía dar. Primero, informaría al Secretario General del hecho. Presentaría ante la comunidad científica mundial el trabajo para que se avalara, o no, su eficacia y, paralelamente, convocaría al departamento jurídico de la Organización para preparar la defensa legal que, sin duda, requerirían tanto Kummar como la OMS. Se despidieron afectuosamente y Leclerc ordenó al chofer dirigirse al aeropuerto.

El funcionario entró en un estado angustioso al imaginar todas las posibles consecuencias de sus actos que reconocía habían sido demasiado viscerales y apresurados. Al mismo tiempo quería confiar en que la opinión pública le daría un apoyo moral cuando todo esto trascendiera a los medios de comunicación. Decidió que llegando a Nueva York convocaría a una conferencia de prensa, asumiendo toda la responsabilidad. Lo que más le inquietaba era la posibilidad de que Kummar lo hubiese engañado. "Bonito papelón haría ante el mundo entero", se dijo.

Al día siguiente los titulares de los periódicos daban la noticia del trágico accidente aéreo donde el Secretario de la Organización Mundial de Salud había perecido junto con 124 personas más; no hubieron supervivientes. En la prensa no se informó de la muerte de un científico hindú, Arun Kummar, quien al ingresar al hospital presentaba un cuadro de intoxicación por alimentos con vómito, dolor de cabeza; aunque una necropsia no hubiese detectado nada anómalo, un experto hubiese sospechado de la acción de la toxina más poderosa que existe: la botulina. En páginas interiores se informaba del aumento de infectados por SIDA en el mundo que sumaban el 12% de la población en edad reproductiva. Al lado de la información aparecía un anuncio comercial de pilas voltaicas que incluía una fotografía a color, muy poco artística, insinuando una cópula entre dos hombres y una mujer observados por un simpático conejito rosado.

JALIL SAAB octubre de 2002


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